Sta. María Faustina Kowalska

Sor María Faustina (su nombre de bautismo y de familia era Helena Kowalska) nació en Glogowice, pueblo no lejano de Lódoz, la mayor ciudad industrial de Polonia, el día 25 de agosto de 1905. Hija del pueblo, a los veinte años entró en la Congregación de Religiosas consagradas a la Madre de Dios de la Misericordia, conocidas por el vulgo con el nombre de Hermanas de Santa Magdalena, para la educación de las niñas pobres y abandonadas. Trabajaba con diligencia, cual laboriosa abeja, pero en el ocultamiento. Además del trabajo, lo que ocupaba y llenaba su vida de comunidad era la oración, que practicaba aún en medio de sus agudos sufrimientos, con los que fue frecuentemente probada.

Una hermana suya en religión nos certifica que Sor Faustina no demostraba en su porte exterior ninguna singularidad; mas bastaba haberle hablado una sola vez para tener la impresión de que aquella hermana no era como las demás. Se admiraban en ella el equilibrio del juicio, la paz interior, la serenidad del corazón… Exteriormente la vida de Sor Faustina se presenta más bien sencilla y monótona, pero edificante y ejemplar. Quien ha podido conocer de ella el interior y leer su «Diario», que por mandato de su confesor escribió, no puede resistir a la profunda impresión que siente al encontrarse frente a un alma favorecida por el cielo con dones excepcionales.

Para Sor Faustina la santidad que ardientemente deseaba, para cuyo logro se había hecho religiosa, no consistía en visiones y revelaciones, sino más bien en la práctica sólida de la virtud. Por este motivo, todavía antes de hacerse religiosa, y más particularmente después que entró en Religión, se ejercitó con creciente constancia en obtener la pureza del alma, la humildad, la paciencia, la obediencia, la pobreza, la bondad, la solícita caridad para con el prójimo hacia el cual se mostró siempre abnegadamente inclinada. A todas estas virtudes añadía un gran recogimiento interior, una profunda piedad y, sobre todo, un gran amor de Dios. La misma Virgen Santísima le indicó la vía activa en el desarrollo de las virtudes fundamentales.

«En la fiesta de la Inmaculada Concepción escribe Sor Faustina- vi a la Santísima Madre de Dios, bella con belleza incomparable, que, sonriente, me dijo: “Hija mía, por deseo de Dios te seré Madre de un modo particularísimo; pero deseo que tú me seas hija de un modo también particular. Deseo que te ejercites en las tres virtudes que me son más gratas que todas las otras, y son predilectas de Dios. La primera de estas virtudes es la humildad; y vuelvo aún a repetir, la humildad; la segunda es la pureza, y la tercera el amor de Dios”. Luego me estrechó contra su corazón y desapareció. Después de esta visión mi alma se sintió admirablemente atraída hacia esas virtudes, y en ellas me ejercito fielmente. Están como grabadas en mi corazón.»Diario de Santa Faustina

El Espíritu Santo elevaba el alma de Sor Faustina; le hacía sentir la presencia íntima de Dios; la llenaba completamente, atrayéndola a visiones celestiales y divinas.

Recordemos también la familiaridad que Sor Faustina tuvo con los Santos del Cielo. Numerosos fueron los favores y privilegios que obtuvo de ellos, como leemos en su Diario. A semejanza de San Estanislao de Kostka, tenía trato familiar con los ángeles; y con frecuencia, durante la Santa Misa, se le aparecía el Niño Jesús… Las escenas de la Pasión de Nuestro Señor eran vividas por ella sensiblemente, y tuvo sublimes revelaciones de la Santísima Trinidad.

Estos hechos extraordinarios no sólo la llenaban de profundo recogimiento, sino que también encendían en ella deseos y llamas de amor inextinguibles. Sor Faustina murió víctima de la tuberculosis en la Casa Madre de Lagiewniki, junto a Cracovia, el día 5 de octubre de 1938. Fue Beatificada por S.S. Juan Pablo II el día 18 de abril de 1993 y canonizada el 30 de abril del 2000.